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  • Colección Momias - Museo de El Carmen

    Colección momias

    La antropología física es una de las disciplinas científicas que el INAH tiene por mandato promover, formar profesionales y resguardar el patrimonio cultural vinculado con ella. Los doce cuerpos momificados de El Carmen, las famosas momias, son uno de los acervos más emblemáticos de este museo por su rareza –las únicas expuestas en la Ciudad de México- y antigüedad, que han creado un sentido de pertenencia y recuerdos memorables en nuestras afluencias. La tradición popular cuenta que durante la Revolución mexicana, soldados zapatistas acuartelados en este sitio encontraron accidentalmente a las momias mientras levantaban el piso buscando tesoros escondidos. El descubrimiento de las momias fue un gran suceso en la comunidad, al grado de que cuando un fraile intentó darles sepultura enfrentó una firme oposición de los pobladores que ya las habían adoptado como parte de su comunidad. A partir de 1930 existen postales fotográficas de las momias en la cripta del museo, que como recuerdos turísticos, acercaron nuevos visitantes al recién abierto museo en 1929.

    CRIPTAS

    Los frailes carmelitas y sus benefactores eran enterrador en las criptas. Los primeros eran sepultados en la cripta mayor, la más austera, en la que se encuentran actualmente las momias. Los benefactores ya fallecidos contaban con criptas más lujosas, ricamente adornadas con pintura mural, azulejos, retablos y obras de arte. Fray Andrés de san Miguel construyó este espacio en 1624 antes de emprender la construcción de la iglesia, pues el presbiterio está justo sobre ellas. Aún se conserva un relieva del siglo XVII ricamente policromado que era el escudo de armas del dueño de la cripta principal, el Sargento Juan de Ortega y Baldivia. Los cuerpos momificados del museo, por al menos 90 años, han inspirado la admiración y temor de nuestros visitantes, la curiosidad de los científicos, y también la inspiración de los cineastas, actores y guionistas durante el siglo XX. El fantasma del convento (1934) con guión de Jorge Pezet, Las momias de San Ángel (1975) con el luchador mexicano Mil máscaras, Veneno para las hadas (1986) de Carlos Enrique Taboada, y otras que conforman el imaginario visual de las momias del Museo de El Carmen en la cultura de masas de México

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  • Colección de Libros de Coro - Museo Nacional de Virreinato

    Cantorales

    93 volúmenes forman la colección de libros de coro del Museo Nacional del Virreinato, los cuales proceden de la Iglesia Catedral Metropolitana y otros centros religiosos de Nueva España. Los libros de coro fueron creados como instrumentos para propiciar la alabanza y la adoración. Estos responden a las festividades del calendario litúrgico como la Natividad, la Pascua, etc. Por lo tanto, se les transformaba de acuerdo con las necesidades de las autoridades eclesiásticas.

    Su llegada a la Nueva España se sitúa en el siglo XVI, donde adquirieron también una función catequística. El material que los compone es pergamino, las notas y los textos en latín se encuentran en tinta de color negro, mientras que el rojo se utilizó para rúbricas, epígrafes, abreviaturas y los asteriscos que indicaban la respiración a los cantores. Además de lo anterior, los libros de coro contenían decorados e iluminaciones. Cabe mencionar que el tamaño de los textos debía ser lo suficientemente grande para ser visibles por todos los miembros del coro.

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  • Álbumes para Francisco I. Madero
    Entre los múltiples obsequios que Madero recibió al triunfo de su movimiento encontramos medallas, diplomas, placas, llaves y dos álbumes. Estos últimos dejaron constancia del entusiasmo que suscitó el político que con sus 38 años representaba un cambio generacional que llevó a un reacomodo político. J. Uriel Carrasco aparentemente concibió el proyecto como una aportación a la Revolución. En la empresa colaboraron diversos dibujantes para plasmar las estampas con las que personajes célebres y ciudadanos anónimos dedicaron pensamientos al “Libertador”, como con frecuencia se llamó al coahuilense. En ocasiones las láminas recurren al collage para conjuntar fotografías y escenas de extracción iconográfica variada, fincada en las modas de la época. Mediante el uso del aerógrafo, el dibujo o fotografía y el texto manuscrito se obtuvieron composiciones que abren un resquicio a la sensibilidad de aquellos que hicieron o sostuvieron el inicio de un cambio político cuyas dimensiones aún no se vislumbraban.
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  • Curaduría de indumentaria y accesorios - Museo Nacional de Historia

    Las prendas de vestir y los ornamentos forman la Curaduría de indumentaria y accesorios. Esta agrupación obedece a razones de estudio y en ella se encuentran objetos de uso femenino y masculino que se utilizaron durante el virreinato, el siglo XIX y el siglo XX. Es preciso mencionar que esas piezas fueron empleadas en los ámbitos civil, religioso y militar; algunas las vistieron personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, Ignacio Comonfort, Juan N. Almonte, Benito Juárez, Maximiliano de Habsburgo, Francisco I. Madero, Bernardo Reyes, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza, entre otros. Aunque la lista es enorme, para dar idea de las colecciones de indumentaria y accesorios mencionaremos algunas: vestidos, sombreros, tocados, mantones, mantillas, chalinas, capas, calzado, medias; sacos, casacas, levitas, abrigos, chaquetas, pantalones, camisas y cuellos; casullas, dalmáticas, estolas, manípulos, hostiarios, cubre-cálices; uniformes integrados por casaca y pantalón, charreteras, bandas, ceñidores, kepis, gorras y golas. Entre los accesorios del vestir se encuentran: cajas para rapé, cigarreras, cerilleras, pureras, tabaqueras, relojes de bolsillo, bastones, pipas, abanicos y toda clase de alhajas (anillos, aretes, collares, dijes, broches y gargantillas). Como parte de las piezas que forman el apartado “miscelánea” se halla la importante colección de poco más de centenar y medio de dechados.

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  • Colección Tina Modotti - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 28 de agosto de 1979, Carlos Vidali C., en nombre y representación de su padre Vittorio Vidali, último compañero de la fotógrafa Tina Modotti, donó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) 94 piezas (84 negativos y 10 transparencias) realizadas entre 1923 y 1930, material que ingresó a la Fototeca Nacional en septiembre de ese mismo año. Assunta Adelaide Luigia Modotti (Tina) nació en Udine, Italia, el 17 de agosto de 1896. A los 17 años emigró y se casó con el poeta y pintor Roubaix de L´Abrie Richey, mejor conocido como Robo, quien atraído por las noticias sobre México que circulaban en Los Ángeles, decidió visitarlo. Aquí murió en 1922 y Tina acudió a su funeral. Fascinada por el país regresó un año más tarde en compañía del fotógrafo Edward Weston, influencia decisiva en su vida y en su trayectoria artística. En la capital, la pareja se integró rápidamente al grupo de artistas e intelectuales que giraban en torno a Diego Rivera y al proyecto cultural revolucionario que parecía echar raíces en México. Ambos exhibieron tanto en la ciudad de México como en Guadalajara, con críticas favorables, lo que fue llevando a Tina a un compromiso mayor con la fotografía. A fines de 1925 adquirió una cámara de formato medio, una Graflex que más adelante quedaría en manos de Manuel Álvarez Bravo. En marzo de 1926, comenzó con Weston el proyecto de fotografiar artesanías y arquitectura colonial para ilustrar el libro de Anita Brenner, Ídolos tras los altares (1929), encomienda que les llevó por Jalisco, Michoacán, Puebla y Oaxaca.

    Hacia fines de ese año, Weston abandonó México definitivamente y Modotti permaneció en el país, involucrada con su quehacer fotográfico y con el proyecto político del Partido Comunista, vínculo intensificado por su relación con Xavier Guerrero, pintor y miembro activo de dicha organización. No obstante, mantuvo un intercambio epistolar con el fotógrafo, la cual permite rastrear sus inquietudes en torno a su trabajo artístico. Su obra comenzó a aparecer en revistas culturales como Forma, Creative Art Mexican Folkways, así como en publicaciones de izquierda mexicanas (El Machete), alemanas (AIZ), norteamericanas (New Masses) y soviéticas (Puti Mopra). Registró la labor de dos grandes muralistas del momento, Diego Rivera y José Clemente Orozco, a la vez que mantuvo amistad con artistas más jóvenes que experimentaban con otros lenguajes plásticos, como del movimiento estridentista. En la segunda mitad de 1928 comenzó su corta relación amorosa con Julio Antonio Mella, comunista cubano exiliado en México. En enero de 1929, Mella fue asesinado y Tina se vio involucrada en las investigaciones sobre el caso. En este clima hostil concretó dos importantes proyectos: viajó a Tehuantepec, donde realizó algunas fotografías que marcaron un giro en su lenguaje formal, que parecía encaminarse hacia una expresión más libre, y en diciembre montó en la Biblioteca Nacional su primera exposición individual. Para tal ocasión escribió una especie de manifiesto que devino en hito de la fotografía en México. En febrero de 1930 fue expulsada del país, acusada de participar en un complot para asesinar al presidente electo, Pascual Ortiz Rubio. Llegó a Berlín, donde intentó trabajar como fotógrafa sin mucho éxito. Partió a Moscú y se incorporó de lleno al Socorro Rojo Internacional, una de las organizaciones auxiliares de la Internacional Comunista. Poco a poco abandonó la fotografía, dedicando todo su esfuerzo a la acción política. En la capital soviética reafirmó su vínculo con Vittorio Vidali (el Comandante Carlos), comunista italiano al que había conocido en México, y con quien compartió la última década de su vida. En 1936, combatió en España en el bando republicano, y, ante la derrota de éste, en 1939, se vio obligada a emigrar nuevamente. Regresó entonces a la capital mexicana, donde murió el 5 de enero de 1942.

    La producción fotográfica de Tina Modotti se circunscribió básicamente a los años vividos en nuestro país, e incluso ha llegado a emblematizar algunos aspectos de la vida del México de entonces. En sus inicios como fotógrafa, privilegió las composiciones de elementos aislados de la vida cotidiana, tal como hacían en ese momento muchos autores de Europa y los Estados Unidos. Estos ensayos le permitieron desarrollar conocimiento del encuadre y de la limpieza en la composición, resultado de un meditado proceso creativo que iba desde la toma hasta el trabajo de laboratorio. Modotti incursionó en la representación de la modernidad arquitectónica y urbana. Posteriormente, su militancia política la llevó al registro de eventos del Partido Comunista y a realizar ensayos en torno a emblemas y símbolos, como la maternidad. Siempre tuvo especial sensibilidad para el retrato, los que efectúo denotan poderosamente la personalidad del sujeto. Marcó, junto con Weston, un rumbo diferente para la fotografía –que adquiriría nuevos matices en la obra de Agustín Jiménez o de Manuel Álvarez Bravo–, y es por ello que ambos ocupan un lugar destacado en la historia de la fotografía en México.

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  • Andanzas Antropológicas-Radio INAH
    Gran parte del conocimiento que el ser humano genera nace del gusto, del placer por buscarlo y compartirlo. El Instituto Nacional de Antropología e Historia te invita a seguir de cerca los pasos de investigadores y académicos a través de sus: Andanzas Antropológicas. Esta serie toma los textos y el nombre de la columna que publica el diario El Vigía de Baja California.
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  • Voces de la Investigación-INAH TV
    Se trata de una serie de cápsulas sobre los investigadores del Instituto Nacional de Antopología e Historia que desde sus diversas disciplinas nos comparten las experiencias de su profesión y su vida.
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  • Serie Mui'sapook relatos de la tradición oral de los tepehuanos del sur-Radio INAH
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  • Mujeres ejemplares-Radio INAH
    Esta serie nos acerca a historiadoras, antropólogas, paleontólogas, sociólogas y arqueólogas destacadas a través de sus testimonios, cuyos relatos de vida nos cuentan cómo estas mujeres han sorteado diversas dificultades para lograr superar las barreras impuestas por una sociedad que suele relegar el trabajo femenino en el campo de las ciencias sociales.
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