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Cúpula de la Iglesia de San Fransisco Javier en Tepotzotlán
- Título(s)
- Título
- Cúpula de la Iglesia de San Fransisco Javier en Tepotzotlán
- Anotaciones:
- Cúpula del camarín. El edificio más imponente y bello del conjunto del excolegio jesuita de Tepotzotlán es, sin duda alguna, la iglesia de San Francisco Javier. Este templo se distingue no sólo por su majestuosidad, sino también por ser uno de los pocos templos barrocos novohispanos del siglo XVIII que aún conserva el conjunto original de su arquitectura, pintura y escultura. No hay que olvidar que la mayoría de los templos coloniales de esta época se transformaron desde finales del siglo XVIII por la influencia de la nuevas ideas artísticas del estilo neoclásico. La construcción de este templo, de cruz latina, se realizó entre 1670 a 1682, gracias, entre otras, a la donación de la familia Medina Picazo. Esto lo atestigua una lápida encontrada durante los trabajos de restauración de 1964 y que hoy en día puede observarse a un lado del retablo dedicado a san Ignacio de Loyola. La fachada lateral de este templo también corresponde al siglo XVII. Casi un siglo después de su construcción, la iglesia, como otros espacios del colegio, sufrió importantes modificaciones de acuerdo con los nuevos gustos artísticos y las necesidades de ampliación. Estos cambios fueron posibles gracias a las donaciones, pero también a los rendimientos económicos que los jesuitas habían obtenido de sus haciendas, reconocidas entre las más productivas del periodo. De 1750 a 1758, bajo el rectorado del padre Pedro Reales, se cambiaron los retablos. En 1762 se construyeron la fachada actual y la torre. También durante este periodo, entre 1755 y 1756, Miguel Cabrera decoró con pintura mural al temple, las bóvedas de los tres retablos principales. Destacan, entre otros temas, la glorificación de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, así como las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego y de la Santísima Trinidad a San Ignacio de Loyola. Al mirar hacia el techo, en las pechinas que soportan la cúpula, pueden observarse las pinturas de cuatro de los principales santos jesuitas: san Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka. Estas pinturas, elaboradas en el siglo XVII, fueron descubiertas durante los trabajos de restauración efectuados en 1993. Las formas, colores, expresividad y movimiento casi teatral que pueden apreciarse en el conjunto que forman las esculturas, pinturas y demás elementos decorativos del templo parecen no dejar ningún espacio vacío. Estas imágenes se complementaban durante las ceremonias del periodo colonial con música, olores de incienso y efectos luminosos que se lograban gracias a los ventanales de alabastro y las velas encendidas. Toda esta ambientación tenía como propósito transmitir los mensajes religiosos de manera didáctica y con el impacto y la intensidad que caracterizaron al barroco novohispano. La portería fue la entrada principal al excolegio y es la construcción mas antigua del conjunto; se edificó en el siglo XVI. En su sobria portada de cantera, rematada con una moldura triangular interrumpida, puede observarse una inscripción latina con el lema de la Compañía de Jesús, que en español significa: "para la mayor gloria de Dios". Asimismo, puede reconocerse un herraje con el monograma de la Compañía de Jesús IHS. Antecede a la portería un amplio atrio llamado de los olivos que, como otros de Nueva España, tuvo funciones religiosas y sociales. En su explanada se reunía la población para ser instruida en la fe cristiana y para participar en las diversas ceremonias religiosas, tales como misas y procesiones. También fue, como hoy en día, un lugar público de intercambio social. Debe su nombre a los olivos que todavía pueden apreciarse y que fueron sembrados por los mismos jesuitas durante el periodo colonial. En uno de los muros interiores de la portería se contemplan restos de una pintura anónima, realizada al temple, posiblemente en el siglo XVII; se trata de una alegoría de la muerte del justo, que recuerda la preocupación de los jesuitas por morir cristianamente. En este vestíbulo se atendía a los fieles, a los parientes de los religiosos y a otras personas que acudían al colegio por diversos motivos. La portería estaba al cuidado de un jesuita de edad avanzada que debía gozar de prestigio entre la comunidad religiosa. http://www.inah.gob.mx/muse1/html/muse143a.html
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Tepotzotlán, Estado de México, México
- Fecha de creación
- Ca. 1915
- Tipo de recurso
- Imagen fija
- Fotografía
- Descripción física
- Forma
- Hasta 20.3 - 25.4 cms (8 - 10 pulgadas)
- Placa seca de gelatina
- Ubicación
- Fototeca Nacional
- Identificadores
- MID
- 77_20140827-134500:365563
- Catálogo
- 365563
- Catalogación
- Fuente
- SINAFO, EMONTERRUBIO
- Digitalización
- Formato del original (GMD)
- Fotografía
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Formato del recurso digital
- Image/vnd.sealedmedia.softseal-jpg
- Calidad del recurso digital
- Acceso
-
Vista Impresión
- Título(s)
- Título
- Cúpula de la Iglesia de San Fransisco Javier en Tepotzotlán
- Anotaciones:
- Cúpula del camarín. El edificio más imponente y bello del conjunto del excolegio jesuita de Tepotzotlán es, sin duda alguna, la iglesia de San Francisco Javier. Este templo se distingue no sólo por su majestuosidad, sino también por ser uno de los pocos templos barrocos novohispanos del siglo XVIII que aún conserva el conjunto original de su arquitectura, pintura y escultura. No hay que olvidar que la mayoría de los templos coloniales de esta época se transformaron desde finales del siglo XVIII por la influencia de la nuevas ideas artísticas del estilo neoclásico. La construcción de este templo, de cruz latina, se realizó entre 1670 a 1682, gracias, entre otras, a la donación de la familia Medina Picazo. Esto lo atestigua una lápida encontrada durante los trabajos de restauración de 1964 y que hoy en día puede observarse a un lado del retablo dedicado a san Ignacio de Loyola. La fachada lateral de este templo también corresponde al siglo XVII. Casi un siglo después de su construcción, la iglesia, como otros espacios del colegio, sufrió importantes modificaciones de acuerdo con los nuevos gustos artísticos y las necesidades de ampliación. Estos cambios fueron posibles gracias a las donaciones, pero también a los rendimientos económicos que los jesuitas habían obtenido de sus haciendas, reconocidas entre las más productivas del periodo. De 1750 a 1758, bajo el rectorado del padre Pedro Reales, se cambiaron los retablos. En 1762 se construyeron la fachada actual y la torre. También durante este periodo, entre 1755 y 1756, Miguel Cabrera decoró con pintura mural al temple, las bóvedas de los tres retablos principales. Destacan, entre otros temas, la glorificación de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, así como las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego y de la Santísima Trinidad a San Ignacio de Loyola. Al mirar hacia el techo, en las pechinas que soportan la cúpula, pueden observarse las pinturas de cuatro de los principales santos jesuitas: san Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka. Estas pinturas, elaboradas en el siglo XVII, fueron descubiertas durante los trabajos de restauración efectuados en 1993. Las formas, colores, expresividad y movimiento casi teatral que pueden apreciarse en el conjunto que forman las esculturas, pinturas y demás elementos decorativos del templo parecen no dejar ningún espacio vacío. Estas imágenes se complementaban durante las ceremonias del periodo colonial con música, olores de incienso y efectos luminosos que se lograban gracias a los ventanales de alabastro y las velas encendidas. Toda esta ambientación tenía como propósito transmitir los mensajes religiosos de manera didáctica y con el impacto y la intensidad que caracterizaron al barroco novohispano. La portería fue la entrada principal al excolegio y es la construcción mas antigua del conjunto; se edificó en el siglo XVI. En su sobria portada de cantera, rematada con una moldura triangular interrumpida, puede observarse una inscripción latina con el lema de la Compañía de Jesús, que en español significa: "para la mayor gloria de Dios". Asimismo, puede reconocerse un herraje con el monograma de la Compañía de Jesús IHS. Antecede a la portería un amplio atrio llamado de los olivos que, como otros de Nueva España, tuvo funciones religiosas y sociales. En su explanada se reunía la población para ser instruida en la fe cristiana y para participar en las diversas ceremonias religiosas, tales como misas y procesiones. También fue, como hoy en día, un lugar público de intercambio social. Debe su nombre a los olivos que todavía pueden apreciarse y que fueron sembrados por los mismos jesuitas durante el periodo colonial. En uno de los muros interiores de la portería se contemplan restos de una pintura anónima, realizada al temple, posiblemente en el siglo XVII; se trata de una alegoría de la muerte del justo, que recuerda la preocupación de los jesuitas por morir cristianamente. En este vestíbulo se atendía a los fieles, a los parientes de los religiosos y a otras personas que acudían al colegio por diversos motivos. La portería estaba al cuidado de un jesuita de edad avanzada que debía gozar de prestigio entre la comunidad religiosa. http://www.inah.gob.mx/muse1/html/muse143a.html
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Tepotzotlán, Estado de México, México
- Fecha de creación
- Ca. 1915
- Tipo de recurso
- Imagen fija
- Fotografía
- Descripción física
- Forma
- Hasta 20.3 - 25.4 cms (8 - 10 pulgadas)
- Placa seca de gelatina
- Ubicación
- Fototeca Nacional
- Identificadores
- MID
- 77_20140827-134500:365563
- Catálogo
- 365563
- Catalogación
- Fuente
- SINAFO, EMONTERRUBIO
- Digitalización
- Formato del original (GMD)
- Fotografía
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Formato del recurso digital
- Image/vnd.sealedmedia.softseal-jpg
- Calidad del recurso digital
- Acceso
- Culhuacán
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