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  • Colección Tina Modotti - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 28 de agosto de 1979, Carlos Vidali C., en nombre y representación de su padre Vittorio Vidali, último compañero de la fotógrafa Tina Modotti, donó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) 94 piezas (84 negativos y 10 transparencias) realizadas entre 1923 y 1930, material que ingresó a la Fototeca Nacional en septiembre de ese mismo año. Assunta Adelaide Luigia Modotti (Tina) nació en Udine, Italia, el 17 de agosto de 1896. A los 17 años emigró y se casó con el poeta y pintor Roubaix de L´Abrie Richey, mejor conocido como Robo, quien atraído por las noticias sobre México que circulaban en Los Ángeles, decidió visitarlo. Aquí murió en 1922 y Tina acudió a su funeral. Fascinada por el país regresó un año más tarde en compañía del fotógrafo Edward Weston, influencia decisiva en su vida y en su trayectoria artística. En la capital, la pareja se integró rápidamente al grupo de artistas e intelectuales que giraban en torno a Diego Rivera y al proyecto cultural revolucionario que parecía echar raíces en México. Ambos exhibieron tanto en la ciudad de México como en Guadalajara, con críticas favorables, lo que fue llevando a Tina a un compromiso mayor con la fotografía. A fines de 1925 adquirió una cámara de formato medio, una Graflex que más adelante quedaría en manos de Manuel Álvarez Bravo. En marzo de 1926, comenzó con Weston el proyecto de fotografiar artesanías y arquitectura colonial para ilustrar el libro de Anita Brenner, Ídolos tras los altares (1929), encomienda que les llevó por Jalisco, Michoacán, Puebla y Oaxaca.

    Hacia fines de ese año, Weston abandonó México definitivamente y Modotti permaneció en el país, involucrada con su quehacer fotográfico y con el proyecto político del Partido Comunista, vínculo intensificado por su relación con Xavier Guerrero, pintor y miembro activo de dicha organización. No obstante, mantuvo un intercambio epistolar con el fotógrafo, la cual permite rastrear sus inquietudes en torno a su trabajo artístico. Su obra comenzó a aparecer en revistas culturales como Forma, Creative Art Mexican Folkways, así como en publicaciones de izquierda mexicanas (El Machete), alemanas (AIZ), norteamericanas (New Masses) y soviéticas (Puti Mopra). Registró la labor de dos grandes muralistas del momento, Diego Rivera y José Clemente Orozco, a la vez que mantuvo amistad con artistas más jóvenes que experimentaban con otros lenguajes plásticos, como del movimiento estridentista. En la segunda mitad de 1928 comenzó su corta relación amorosa con Julio Antonio Mella, comunista cubano exiliado en México. En enero de 1929, Mella fue asesinado y Tina se vio involucrada en las investigaciones sobre el caso. En este clima hostil concretó dos importantes proyectos: viajó a Tehuantepec, donde realizó algunas fotografías que marcaron un giro en su lenguaje formal, que parecía encaminarse hacia una expresión más libre, y en diciembre montó en la Biblioteca Nacional su primera exposición individual. Para tal ocasión escribió una especie de manifiesto que devino en hito de la fotografía en México. En febrero de 1930 fue expulsada del país, acusada de participar en un complot para asesinar al presidente electo, Pascual Ortiz Rubio. Llegó a Berlín, donde intentó trabajar como fotógrafa sin mucho éxito. Partió a Moscú y se incorporó de lleno al Socorro Rojo Internacional, una de las organizaciones auxiliares de la Internacional Comunista. Poco a poco abandonó la fotografía, dedicando todo su esfuerzo a la acción política. En la capital soviética reafirmó su vínculo con Vittorio Vidali (el Comandante Carlos), comunista italiano al que había conocido en México, y con quien compartió la última década de su vida. En 1936, combatió en España en el bando republicano, y, ante la derrota de éste, en 1939, se vio obligada a emigrar nuevamente. Regresó entonces a la capital mexicana, donde murió el 5 de enero de 1942.

    La producción fotográfica de Tina Modotti se circunscribió básicamente a los años vividos en nuestro país, e incluso ha llegado a emblematizar algunos aspectos de la vida del México de entonces. En sus inicios como fotógrafa, privilegió las composiciones de elementos aislados de la vida cotidiana, tal como hacían en ese momento muchos autores de Europa y los Estados Unidos. Estos ensayos le permitieron desarrollar conocimiento del encuadre y de la limpieza en la composición, resultado de un meditado proceso creativo que iba desde la toma hasta el trabajo de laboratorio. Modotti incursionó en la representación de la modernidad arquitectónica y urbana. Posteriormente, su militancia política la llevó al registro de eventos del Partido Comunista y a realizar ensayos en torno a emblemas y símbolos, como la maternidad. Siempre tuvo especial sensibilidad para el retrato, los que efectúo denotan poderosamente la personalidad del sujeto. Marcó, junto con Weston, un rumbo diferente para la fotografía –que adquiriría nuevos matices en la obra de Agustín Jiménez o de Manuel Álvarez Bravo–, y es por ello que ambos ocupan un lugar destacado en la historia de la fotografía en México.

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  • Colección Cien Fotógrafos Contemporáneos en México - Fototeca Nacional

    Fotografías

    En 2006 la dirección del Sistema Nacional de Fototecas planteó un programa de donación encaminado a incrementar el acervo patrimonial en material de fotografía contemporánea, con autores –mexicanos y extranjeros– que hayan efectuado aportaciones al campo fotográfico, a través de los diversos géneros, de 1980 en adelante. La lista de autores, cubre el vasto territorio mexicano, e indudablemente no se circunscribe solo a cien autores.

    Esta colección permitirá a futuras generaciones comprender y estudiar el México de nuestros días. Si bien se observa en algunos autores la influencia o la referencia a la producción de reconocidos antecesores, en la gran mayoría resulta evidente un discurso propio resultado de las búsquedas formales y estéticas. En términos generales las obras seleccionadas son un buen ejemplo del quehacer fotográfico contemporáneo. Coinciden tanto la fotografía documental y el retrato, como la realizada con fines conceptuales y plásticos. Las técnicas empleadas van desde la tradicional fotografía plata/gelatina, hasta la procesada e impresa vía digital, pasando por la de color y procesos históricos como el platinotipo.

    La colección se incrementa anualmente y hasta el momento cuenta con 517 impresiones fotográficas de más de noventa autores, en orden alfabético: Luis Agundis, Benjamín Alcántara, Lourdes Almeida, Yolanda Andrade, Eduardo Arco, Patricia Aridjis, Lorenzo Armendáriz, Ángela Arziniaga, Nadia Baram, Carolina Bello, María Di Paola Blum, Adrián Bódek, Enrique Bordes Mangel, Byron Brauchli, Dante Busquets, Jorge Camarillo, Lorena Campbell, Carlos Cano, Ana Casas, Mónica Cárdenas, Alejandro Cartagena, Tomás Casademunt, Ulises Castellanos, Cia de Foto, Gilberto Chen, Waldemaro Concha, Marco Antonio Cruz, José Luis Cuevas, Vittorio D´Onofri, Héctor Vicario, Paola Dávila, Maru de la Garza, Ireri de la Peña, Alfredo De Stéfano, Marianna Dellekamp, Alex Dorfsman, Erick Estrada Bellman, Miguel Fematt, Gabriel Figueroa Flores, Julio Galindo, Federico Gama, Ricardo Garibay Ruíz, Abigaíl González, Manuel González de la Parra, Silvia González de León, Vicente Guijosa, Alejandra Guzmán Orta, Marco Antonio Hernábdez Badillo, José Hernández Claire, Graciela Iturbide, Jesús Jiménez, Carlos Jurado, Carlos Lamothe, Bela Límenes, Juan Rodrigo Llaguno, Luis / Caballo, David Maawad, Patricia Martín, María Eugenia Martínez Juache, Lilia Martínez, Francisco Mata Rosas, Adrián Mendieta, Víctor Mendiola, Juan Pablo Meneses, Pedro Meyer, Fernando Meza, Edward Montañez, Fernando Montiel Klint, Gerardo Montiel Klint, Loreto Morales, Rodrigo Moya, Kenia Nárez, Oscar Necoechea, Juan José Ochoa, Saraí Ojeda, Roberto Ortíz Giacoman, Mauricio Palos, Armando Cristeto Patiño, Rubén Pax, René Peña, Dulce Pinzón, Ramón Portales, Ernesto Ramírez, Humberto Ríos, Carla Rippey, Everardo Rivera, Oswaldo Ruíz, Katiuska Saavedra, Isabel Ruíz, Guillermo Serrano, Jean Sidaner, Carlos Abraham Slim, Alberto Tovalín, Domingo Valdivieso y Lorena Velázquez.

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  • Colección Bonifacio Maraveles - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección, compuesta por 8,477 negativos ingresó a la Fototeca Nacional el 17 de diciembre de 2002, gracias a la donación del arquitecto Carlos Miranda Arias, a quien el autor legó sus materiales. Posiblemente nació en Guadalajara, Jalisco, en 1917, y murió en 1988; se cree que fue fotógrafo personal de Ramón Aguirre Velázquez, jefe del Departamento del Distrito Federal entre 1982 y 1988. Sin embargo, no ha sido posible obtener más datos sobre el autor. Por las fotografías se puede deducir que al menos durante las décadas de 1950 y 1962 que abarca el fondo, Maraveles se especializó en el registro de empresa, fábricas y comercios. En placas de medio formato ejecutó un trabajo profesional de calidad que da cuenta de algunos aspectos de la industrialización en México durante los gobiernos de Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.

    Desde 1940 y hasta 1968 se vivió el llamado “milagro mexicano” que se caracterizó por ser una etapa de crecimiento sostenido durante la cual se instauró una política de desarrollo centrada en la industrialización y en la sustitución de las importaciones. Esta apuesta por la construcción de la industria –no siempre de capital mexicano–, puede verse en las imágenes que nos legó Maraveles de la fábrica de máquinas de coser Toyoda y de las compañías Xerox y Good Year Oxo; particularmente interesantes resultan sus tomas de la entonces pujante industria automotriz, donde figuran las fábricas que establecieron Ford –cuya planta de Cuautitlán, abierta en 1964, fue el icono de la fabricación industrial de automóviles en México–, Renault –que abrió una filial en 1966– y Volkswagen –que en 1964 comenzó a fabricar el escarabajo en nuestro país.

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  • Serie Los Pueblos Indígenas Hoy - INAH TV

    Documentales 

    A lo largo de diez capítulos, indígenas de diversas etnias y comunidades reflexionan y comparten, en sus propias lenguas, sus experiencias en torno a temas cruciales en la vida presente de los pueblos, desde una perspectiva histórica y con una visión de futuro.

    El primer episodio, “Contribución indígena en los movimientos de Independencia y Revolución” da cuenta de los factores que los motivaron a sumarse a tales movimientos, al tiempo en que revaloran la importancia de sus aportaciones en el devenir nacional. El segundo, “Lengua como construcción del ser y del hacer”, resalta la importancia de la diversidad lingüística mexicana, y alerta sobre el peligro de su extinción. El tercero, “Expresiones artísticas y artesanales” reflexiona en torno a las diversas producciones culturales indígenas como manifestaciones originales de largo raigambre. El cuarto, “Pervivencia de una justicia propia” expone la falta de alcance de las instituciones judiciales en las comunidades indígenas y, por tanto, el mantenimiento de sus propias formas de derecho, a veces llamados “usos y costumbres”. El quinto, “Los recursos Naturales y la vida indígena”, da a conocer las proezas indígenas en el campo de la agricultura, fundamentalmente la domesticación de numerosas especies vegetales, y discute acerca de su vigencia actual.

    El sexto, “Música y Literatura” destaca ambas expresiones indígenas propias de una nación multicultural y multilingüe, y las reconoce como elementos constitutivos de su identidad particular. El séptimo, “Espiritualidad indígena y vida religiosa”, trata sobre la diversidad de creencias espirituales de los indígenas hoy en día, así como de las prácticas derivadas. A su vez, da cuenta de sus métodos de medicina tradicional, y de las ideas de sus practicantes al respecto. El octavo, “Salud y medicina indígena” alerta sobre la situación vulnerable y marginal actual de los pueblos indígenas, especialmente en cuanto al acceso a servicios de salud. El noveno, “Educación”, parte de las concepciones educacionales novohispanas y llega hasta la actualidad en cuanto a la protección legal en favor de las lenguas y culturas indígenas. El décimo, “El futuro de los pueblos indígenas” reflexiona en torno al estado actual de los pueblos indígenas y propone la aceptación de un México multicultural en el que se refuerce la autonomía de los primeros.

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  • Colección Juan Antonio Azurmendi - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección, compuesta por 372 piezas (265 negativos y 107 positivos) tomadas alrededor de 1890 y 1905. Ingresó a la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia en abril de 1981, gracias a la generosidad de la familia Horcasitas Azurmendi. Esta peculiar colección fotográfica perteneció a Juan Antonio Azurmendi y, en términos generales, podemos considerarla como fotografía de familia. En ella aparecen los retratos de él, de su esposa Dolores de Teresa y de sus dos hijas; los bienes y propiedades familiares, como la fábrica textil La Colmena; además de vistas de los alrededores de la Villa Nicolás Romero, en Tlanepantla, Estado de México, donde se ubicaba la fábrica. Los viajes también fueron sujeto fotográfico, de manera que encontramos tomas tanto de sus paseos en la inmediaciones de la Ciudad de México como de sus vacaciones en Europa. Sumamente atractivas resultan las fotografías tomadas en los interiores y el jardín de la finca de su propiedad, en la calle Sadi Carnot de la colonia San Rafael, en la capital. Dentro de este conjunto sobresale una serie de singulares tomas el proceso constructivo del inmueble. Los empleados domésticos aparecen muchas veces, acompañando a la familia o incluidos en el registro de la mansión. En algunas imágenes asoman amigos y otros miembros de las parentelas Azurmendi y De Teresa, acaudaladas familias porfirianas.

    Como ha mostrado Patricia Massé, si bien las placas no llevan firma, es posible reconocer en esta colección un origen común, atribuible tanto a cuestiones estilísticas como técnicas. Es claro que en el conjunto hay más de un fotógrafo, aunque también es evidente un punto de vista similar, propio de una misma clase social. Azurmendi o los fotógrafos que efectuaron las placas, operaron por lo menos con dos equipos: uno con tripié y otro portátil. El primero corresponde a la tecnología fotográfica más usual durante la segunda mitad del siglo XIX; el segundo, en cambio, se volvió popular al despuntar el XX. Es posible que en la casa existiera un cuarto oscuro.

    Estilísticamente hablando, en las imágenes es apreciable una coherencia estructural sustentada en los principios de la perspectiva y en un orden que garantiza la visualización de un espacio inteligible. En dos de las piezas, con imágenes poco representativas de su temática característica, están inscritas las iniciales J. A. del propio Juan Antonio Azurmendi, y en piezas de otras colecciones se ha constatado su firma en algunas impresiones. Las imágenes remiten al perfil de un aficionado que tomaba fotografías por placer y que se mantuvo al margen de la práctica profesional como vía de sustento. Se trata, desde luego, de un aficionado conocedor, diestro en el manejo de equipos fotográficos y con interés por la experimentación, que en este caso va desde la manipulación a la que somete algunos negativos para alterar la imagen, hasta el juego con la figura del propio fotógrafo.

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  • Acervo histórico de miniaturas - Museo Nacional de Historia

    Pinturas

    En Europa, durante los siglos XVI a XIX se llevaron a cabo innumerables pinturas de reducida dimensión, denominadas miniaturas, en México dichos trabajos se manifestaron a fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX. Artistas como Miguel Cabrera y José de Ibarra practicaron la pintura de pequeñas dimensiones. El Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec colecciona y custodia alrededor de 240 piezas, en las cuales se representan retratos, vírgenes, santos, escenas y paisajes.

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  • Colección Expedición Cempoala - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Conocida como Colección Teoberto Maler, sabemos hoy que este conjunto de imágenes procede de la expedición a Cempoala que, entre agosto de 1890 y abril de 1891, dirigió Francisco del Paso y Troncoso –entonces director del Museo Nacional-, para obtener materiales que serían enviados a Madrid por motivo de las celebraciones del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América. El autor, galardonado con medalla de plata en esa ocasión, fue Rafael García, posiblemente adscrito a la Secretaría de Guerra, aunque debió ser fundamental la visión de Del Paso y Troncoso, conocido aficionado a la fotografía.

    La incorrecta adjudicación a Maler se originó en la extraordinaria calidad del registro realizado por García, también característico del fotógrafo alemán, de quien, por otro lado, se conservan imágenes en otros fondos.

    Cempoala o Zempoala, en Veracruz, es considerada la segunda ciudad prehispánica más importante del estado después de El Tajín, sitio que también fue visitado por los expedicionarios, en 1519, cuando Hernán Cortés y sus tropas llegaron al reino de Cempoala quedaron deslumbrados por la magnificencia de sus edificios, cuyos estucos, decorados con pintura a base de conchas marinas, les hicieron pensar que las pirámides estaban hechas de plata y que se trataba de la mítica ciudad de El Dorado. Cempoala jugó un papel determinante para la caída del imperio mexica, ya que allí indígenas totonacos, que estaban sometidos al yugo de Tenochtitlán, se integraron al ejército de Cortés. Las consecuencias de la Conquista y la epidemia de viruela marcaron su decadencia, y la ciudad fue abandonada en el mismo siglo XVI. El valor del sitio encajaba perfectamente con las vertientes que se privilegiaron en la Exposición de 1892: la muestra de las antigüedades prehispánicas y de la Conquista, vista esta última como fundamento de la moderna nación mexicana.

    Sin duda, la colección proviene del Museo Nacional, y resguarda 807 piezas: 124 negativos originales y 683 positivos, algunos de los cuales son impresiones de época; se trata de un rico espectro de los usos potenciales de las imágenes científicas que abarca de 1890 a 1911. Algunas de las impresiones fueron presentadas en Madrid y otras exhibidas en el Museo, mientras que los negativos se emplearon para ilustrar el ensayo de Jesús Galindo y Villa, “Arqueología mexicana”. Las ruinas de Cempoala y del tempo del Tajín, exploradas por el director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, en misión en Europa. D. Francisco del Paso y Troncoso”, publicado en los Anales del Museo Nacional, en 1911.

    Es posible establecer una tipología del conjunto de tomas ejecutadas por Rafael García: panorámicas del paisaje, en las que destacan los ríos y poblaciones que visitó la expedición, tomadas con el fin de contextualizar el recorrido; retratos de grupo de los exploradores en las diferentes etapas del trayecto, en ocasiones con sus anfitriones o con autoridades locales; vistas de conjuntos arqueológicos, complementadas con algunos de sus rasgos constructivos u ornamentales; tomas de excavaciones en las que posan trabajadores, expedicionarios y, a veces, algún visitante; detalles de piezas arqueológicas en las ruinas o en las poblaciones a las que fueron trasladas; y, por último, retratos de la población totonaca.

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  • Acervo Etnográfico - Museo de las Culturas de Oaxaca

    Piezas etnográficas

    Los objetos de este acervo permiten un acercamiento a las costumbres y manifestaciones artísticas y populares de las poblaciones indígenas del estado de Oaxaca. Es importante destacar que estas actividades artísticas se siguen llevando a cabo en la actualidad, tal es el caso de la cerámica, orfebrería, tallas, herrería, talabartería, cuchillería y producción de bebidas.

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  • Curaduría de indumentaria y accesorios - Museo Nacional de Historia

    Las prendas de vestir y los ornamentos forman la Curaduría de indumentaria y accesorios. Esta agrupación obedece a razones de estudio y en ella se encuentran objetos de uso femenino y masculino que se utilizaron durante el virreinato, el siglo XIX y el siglo XX. Es preciso mencionar que esas piezas fueron empleadas en los ámbitos civil, religioso y militar; algunas las vistieron personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, Ignacio Comonfort, Juan N. Almonte, Benito Juárez, Maximiliano de Habsburgo, Francisco I. Madero, Bernardo Reyes, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza, entre otros. Aunque la lista es enorme, para dar idea de las colecciones de indumentaria y accesorios mencionaremos algunas: vestidos, sombreros, tocados, mantones, mantillas, chalinas, capas, calzado, medias; sacos, casacas, levitas, abrigos, chaquetas, pantalones, camisas y cuellos; casullas, dalmáticas, estolas, manípulos, hostiarios, cubre-cálices; uniformes integrados por casaca y pantalón, charreteras, bandas, ceñidores, kepis, gorras y golas. Entre los accesorios del vestir se encuentran: cajas para rapé, cigarreras, cerilleras, pureras, tabaqueras, relojes de bolsillo, bastones, pipas, abanicos y toda clase de alhajas (anillos, aretes, collares, dijes, broches y gargantillas). Como parte de las piezas que forman el apartado “miscelánea” se halla la importante colección de poco más de centenar y medio de dechados.

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