Pomoná
Pomoná |
La casa del copal |
La zona arqueológica de Pomoná —o Pakbul, como indica el jeroglífico— se ubica en una franja de contacto geográfico entre los ecosistemas de sierra y planicie, de manera que es un sitio clave para el estudio de las capacidades de adaptación y forma de vida que permitió a los mayas del periodo Clásico alcanzar un importante desarrollo sociopolítico en su territorio. Destaca por su valioso aporte a la historia del pueblo maya, contenido en los diversos e importantes monumentos con inscripciones que dan cuenta de sus relaciones políticas con grandes señoríos mayas de la época, como Palenque. Entre 600 y 800 se consolidó la importancia de este asentamiento prehispánico, constituido como una entidad política independiente y cuya posición geográfica le permitió jugar un papel preponderante en el intercambio cultural entre los sitios contemporáneos del alto y bajo Usumacinta. Ello trajo consigo la dependencia de sitios como Panjalé, Boca del Cerro y Chinikihá, junto con relaciones bélicas por el control territorial con los señoríos de Palenque, Piedras Negras y La Mar. La zona se desarrolló en una franja territorial de aproximadamente 190 hectáreas, caracterizada por colinas próximas a la margen izquierda del río Usumacinta, que marca el contacto entre las estribaciones de la sierra norte de Chiapas y la llanura tabasqueña. La traza urbana es dispersa, lo que estuvo determinado por los espacios de terreno alto no inundable, donde se emplazaron seis conjuntos arquitectónicos mayores, de los cuales sólo el Conjunto 1 se ha investigado hasta el momento. Entre los hallazgos más relevantes se encuentran la llamada lápida del escribano, la estela con un alto dignatario, un mascarón del dios sol-jaguar del inframundo, los cuchillos excéntricos de pedernal, el busto de un personaje maya, las lápidas labradas del Edificio 4 y la figura de un anciano con barba y gorro. Todas esta piezas se exhiben actualmente en el Museo de Sitio de Pomoná.