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Corrido de la muerte de Moya
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- Título(s)
- Título
- Corrido de la muerte de Moya
- Testimonio musical de México, volumen 61 N°. 17
- Resumen
- Después de abandonar Zacatecas, primera capital de estado adonde entraban las fuerzas revolucionarias, el gobierno federal –ya no engreído, sino humillado– se preparó enardecidamente al desquite; pero ya la revolución se extendía como un incendio y en el campo la virulencia era terrible. Un sol crepuscular iluminaba los últimos pasos del “gran elector”, mientras Luis Moya continuaba su paseo militar desalojando de las principales plazas a los federales e incorporando una amplia zona del altiplano al maderismo. La paz porfiriana empezaba a ser minada, pues, aunque montados en malos caballos y dueños de armas antiguas, los maderistas hacen capitular a su paso a todos los efectivos militares. Don Porfirio, desconcertado, no logró comprender, vislumbrar o intuir que con el siglo XX empezaba una nueva época. Durante los primeros días de mayo, después de tres meses de haber iniciado su brillante campaña, Moya tramonta la sierra e inesperadamente desciende, como un rayo devastador, sobre la ciudad de Sombrerete, que es el sitio de su cuna. El combate está en las postrimerías, casi rendida la población, cuando se sabe que el jefe político, Juan Bautista de la Parra, uno de sus amigos de la infancia, está en serio peligro y él mismo se encarga de ponerlo a salvo con su familia. Realizado este deber de amistad, regresa de nuevo a su cuartel, ubicado en la casa paterna. Han cesado los tiroteos y la calle real por donde van atravesando está en completa calma; pero de improviso suena un disparo. Con ello desaparece para siempre Luis Moya, una de las estrellas más limpias y luminosas con que contó el cielo revolucionario en su sangriento amanecer. Los rapsodas del terruño, que lo mismo se inspiraban para despacharse a un cristiano que para componer unas mañanas, cantaron por años, por décadas, en las tranquilas estaciones ferroviarias, en las ferias lugareñas y en las sórdidas cantinas de arrabal aquel amargo episodio.
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Ciudad de México, México
- Fecha de publicación
- 2015
- Editor
- Instituto Nacional de Antropología e Historia
- Autoría
- Fonoteca INAH
- Tipo de recurso
- Grabación de audio
- Música
- Descripción física
- Duración
- 10:07 min
- Ubicación
- Fonoteca INAH
- Identificadores
- MID
- 79_20160519-120500: 117
- Catalogación
- Fuente
- Instituto Nacional de Antropología e Historia
- Idioma
- Español
- Digitalización
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Calidad del recurso digital
- Acceso
-
Vista Impresión
- Título(s)
- Título
- Corrido de la muerte de Moya
- Testimonio musical de México, volumen 61 N°. 17
- Resumen
- Después de abandonar Zacatecas, primera capital de estado adonde entraban las fuerzas revolucionarias, el gobierno federal –ya no engreído, sino humillado– se preparó enardecidamente al desquite; pero ya la revolución se extendía como un incendio y en el campo la virulencia era terrible. Un sol crepuscular iluminaba los últimos pasos del “gran elector”, mientras Luis Moya continuaba su paseo militar desalojando de las principales plazas a los federales e incorporando una amplia zona del altiplano al maderismo. La paz porfiriana empezaba a ser minada, pues, aunque montados en malos caballos y dueños de armas antiguas, los maderistas hacen capitular a su paso a todos los efectivos militares. Don Porfirio, desconcertado, no logró comprender, vislumbrar o intuir que con el siglo XX empezaba una nueva época. Durante los primeros días de mayo, después de tres meses de haber iniciado su brillante campaña, Moya tramonta la sierra e inesperadamente desciende, como un rayo devastador, sobre la ciudad de Sombrerete, que es el sitio de su cuna. El combate está en las postrimerías, casi rendida la población, cuando se sabe que el jefe político, Juan Bautista de la Parra, uno de sus amigos de la infancia, está en serio peligro y él mismo se encarga de ponerlo a salvo con su familia. Realizado este deber de amistad, regresa de nuevo a su cuartel, ubicado en la casa paterna. Han cesado los tiroteos y la calle real por donde van atravesando está en completa calma; pero de improviso suena un disparo. Con ello desaparece para siempre Luis Moya, una de las estrellas más limpias y luminosas con que contó el cielo revolucionario en su sangriento amanecer. Los rapsodas del terruño, que lo mismo se inspiraban para despacharse a un cristiano que para componer unas mañanas, cantaron por años, por décadas, en las tranquilas estaciones ferroviarias, en las ferias lugareñas y en las sórdidas cantinas de arrabal aquel amargo episodio.
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Ciudad de México, México
- Fecha de publicación
- 2015
- Editor
- Instituto Nacional de Antropología e Historia
- Autoría
- Fonoteca INAH
- Tipo de recurso
- Grabación de audio
- Música
- Descripción física
- Duración
- 10:07 min
- Ubicación
- Fonoteca INAH
- Identificadores
- MID
- 79_20160519-120500: 117
- Catalogación
- Fuente
- Instituto Nacional de Antropología e Historia
- Idioma
- Español
- Digitalización
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Calidad del recurso digital
- Acceso
- El Corrido zacatecano
- Serie Testimonio Musical de México
- Fonoteca INAH
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